miércoles, 24 de abril de 2013
Cuando te Separas
Es muy común verse como un individuo separado del entorno, un ente personal viviendo una supuesta porción de consciencia, de ahí el principio del nombre de las cosas. Se parte de una maquinaria única para ser un engranaje cósmico, siendo así, no es raro que en un momento dado se perciba que somos uno con el todo, pero también somos uno con nosotros mismos.
A rasgos generales y comúnmente percibidos somos un cuerpo, un corazón y una mente. Mientras se sienta esta trinidad en comunión, la puerta se tornará y la no-separación podrá ser un hecho. En este vaivén de posibilidades a mi parecer hay algo más funcional a tener en cuenta, el equilibro de la no-separación de la individualidad.
Cuando sólo se es un cuerpo
Las necesidades y deseos afloran. La dominación del hambre o el sexo es lo más plausible, el placer instantáneo es un logro masturbatorio que únicamente sacia hasta la próxima reminiscencia visceral.
Cuando sólo se es un corazón
Todo se siente maravilloso, la fe impera y junto a la pasión se ciega el resto de tu ser. La certeza del amor es tan pura que muchas doctrinas establecen una vía para disolverse por aquí.
Cuando sólo se es una mente
Atrapados por el reloj, los sucesos aparecen y se almacenan en archivadores neuronales. Discursos y dudas giran como molinos de viento. Dominados por la cabeza, el bien y el mal se enfrentan eternamente en un campo de batalla invisible.
Ya partimos de una separación existencial, pero por si eso no fuera suficiente nos disgregamos aún más en nosotros mismos. ¿Qué somos entonces?.
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